Ya sabíamos que los japoneses tenían extrañas costumbres, pero en ocasiones rozan el exceso. Y, como no, el mundo del videojuego y de la creatividad en general es su territorio favorito. Allí pueden hacer todo lo que se les antoje sin restricciones.
Esto es lo que pretendión la compañía desarrolladora Illusion cuando creó ‘Rapelay’: provocar y sorprender. Porque en este juego de acción nuestro cometido será violar a varias mujeres -sí, habéis oído bien-. Vamos a ver en qué consiste.
Como era de esperar, este juego, ‘Rapelay’, causó auténticos estragos entre la crítica y el público. La polémica estaba servida desde el principio: el jugador encarna a un violador cuyo objetivo es acostarse con una madre y sus dos hijas.
Como era de esperar, este juego, ‘Rapelay’, causó auténticos estragos entre la crítica y el público. La polémica estaba servida desde el principio: el jugador encarna a un violador cuyo objetivo es acostarse con una madre y sus dos hijas.
Por otra parte, el escenario donde se desarrolla la acción no podía ser otro menos concurrido que el mismísimo metro de Tokyo. Puestos los ingredientes, sólo queda jugar.
Nos adentramos en un espacio denso y cargado de gente donde las aglomeraciones nos ayudarán a llevar a cabo nuestro cometido. Una vez cumplidos los objetivos del videojuego, se habilita un modo de juego libre en el que podremos acometer el acto delictivo con cualquier mujer que encontremos en los andenes. Sin duda, este juego es un completo extravío de la mente.
Censurado en varios países
Cuando los medios de comunicación de Estados Unidos supieron que existía un importador que distribuía el juego en el país, armaron un escándalo. Desde las altas esferas de la política hasta los periódicos provincianos hablaron de ello. Tuvo que ser retirado del mercado y las autoridades lo censuraron duramente. ¿Pero cuál fue el resultado?
Sencillo: la censura provocó que todo el mundo quisiera jugar a ‘Rapelay’. El volumen dedescargas ilegales se multiplicó y el juego llegó a mucha más gente de la esperable. Y es que en ocasiones lanzar el grito al cielo, censurar y prohibir puede tener consecuencias nefastas.
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